«Otra manera de pensar el fútbol»

menotti

Presentar a César Luis Menotti es casi una descortesía. Uno de los entrenadores más talentosos y preparados de la Argentina, el Flaco, como se lo conoce popularmente, es un hombre con ideas claras sobre el fútbol y la vida. Alguien que sabe bien lo que quiere y lo defiende a capa y espada, pero sin soberbia, admitiendo que hay también otras verdades en el mundo deportivo y otras maneras de mirar este juego extraordinario que es el fútbol, auténtica pasión de multitudes, aunque esta expresión ya suene vieja de tanto usarla. Reacio a las entrevistas periodísticas, Menotti accedió, sin embargo, hace pocos días a mantener una conversación con el periodista Cecilio Flematti sobre distintos aspectos del fútbol en la actualidad. Sus opiniones, se esté de acuerdo con ellas o no, son jugosas e inteligentes y demuestran que hay otras formas de pensar este deporte. Lo que ofrecemos a continuación es una síntesis de las dos horas de duró esa charla.
¿Cuál es hoy su relación con el fútbol?
Amo profundamente al fútbol, creo que desde que comencé a caminar. Eso no significa que mi relación con él no esté influenciada por diferentes estados de ánimo, como puede pasar con los integrantes de una pareja que se ama. Tengo etapas de mucho acercamiento, otras de ternura o de odio, por todas las situaciones que se viven en esa realidad que es el fútbol. Pero sigo queriéndolo mucho, porque ha sido un lugar de expresión importante en mi vida, sobre todo como jugador.
¿Qué estado de ánimo predomina hoy en usted?
Sobre todo desesperanza. El poder en general ha sido muy cruel respecto a lo que significa el fútbol para la sociedad. El Estado jamás se preguntó qué lugar ocupa el fútbol dentro del deporte ni tampoco qué lugar ocupa el deporte dentro de la sociedad nacional. Esto llevó a que el fútbol, como un hecho cultural en la Argentina, pasara a manos de personajes que le devoraron sus tiempos. Se priorizaron los tiempos de los grandes negocios y se destruyeron los del fútbol. Existe una crisis profunda en el fútbol. Todos sabemos que el 90 por ciento de las instituciones han entrado en convocatoria, hay una desprotección en la formación de los jugadores. Se vive de la improvisación y no se tiene conciencia del fútbol como fenómeno, diría incluso del fútbol como producto, como actividad que ha vendido como ningún otro rubro en el mundo. Se cultiva además un estado de locura entre las multitudes, un descontrol que es caldo de cultivo para los grandes negocios. Así y todo, el fútbol se sostiene. Todavía se sostiene porque éste es un país muy generoso en cuanto a la aparición de buenos futbolistas y eso ayuda. Pero se ha mantenido a costa de transformar al fútbol en un espectáculo, que se ha alejado mucho del público. Yo diferencio entre lo que es ser público y lo que es ser espectador. Cuando voy a un museo o a un teatro a ver ballet, soy espectador. Me puede gustar lo que veo pero es difícil que me conecte en el plano emocional. En cambio, si asisto a un recital a escuchar música me considero público. El fútbol se transformó en un espectáculo donde se le niega cada vez más a la gente la posibilidad de emocionarse y de ser feliz. Cada vez es más problemático ir a ver un partido de fútbol.
¿O sea, que hoy estamos más cerca de ser espectadores que público?
Así lo creo. Todos somos conscientes de que la sociedad argentina, por no hablar de la sociedad mundial, ha sufrido un profundo proceso de desculturización. Y cuando hablo de cultura no me refiero a leer a Borges. Hablo de la cultura que permite no perder sentido de pertenencia, saber de dónde somos y qué factores conforman a una sociedad. Esa desculturización no podía dejar de sentirse en el fútbol. Hoy no hay una cultura futbolística, ni siquiera para asegurar el crecimiento del jugador. Este crece en medio de un montón de errores, de dificultades, de falta de maestros. Por eso cuesta tanto. El fútbol como juego hay que saberlo jugar. Se puede ser muy técnico y al mismo tiempo ser muy mal jugador. He conocido futbolistas de una técnica insuperable, pero que eran muy malos jugadores. El fútbol es un juego complejo, que se va aprendiendo, que se va entendiendo. Solamente se hace fácil en los pies de los grandes jugadores. Ahí parece sencillo. El que ve primero, el que juega mejor, el que domina las situaciones, el que tiene ingenio y ese ingenio sorprende. Y esta desculturización nos va haciendo perder imágenes.
¿Era así cuando usted empezó a jugar?
Cuando debuté en la primera de Rosario Central a mi lado estaban dos jugadores que tenían cinco o seis años en primera división y que me decían: “Parate, no te apurés, vení”. Había una protección. Ahora, es distinto, uno ve un pibe que juega unos pocos partidos en River y ya es capitán. Y es imposible no acordarse de Néstor Rossi, el Charro Moreno o Adolfo Pedernera, los grandes capitanes. Esa desculturización genera también la irrupción de un sinfín de análisis hechos desde el desconocimiento. Se confunde lo que es importante con lo interesante y entonces se divaga a toda hora sobre lo que es el espectáculo de fútbol y sobre todo lo que genera como fenómeno cultural codiciado por los altos ratings de televisión. Insisto: hay una devaluación muy grande de los valores.
¿Desde qué lugar le gustaría aportar a un cambio de esta historia, desde su experiencia de jugador, de entrenador o tal vez como manager?
Soy entrenador, no otra cosa. Y primero soy futbolista antes que entrenador. Cuando miro un partido acompaño al jugador, observo como lleva la pelota y me ilusiono con que me sorprenda. Sueño con eso, no con adivinar todo. Lo que sí he deseado alguna vez es que el deporte tenga un ministro y que esté ligado a la salud. Y cuando digo deporte, pienso en la prueba que alguna vez hice en una escuela de deportes de Rosario, en el barrio Belgrano, donde había como 200 o 300 chicos y quise demostrar lo que significa el fútbol como hecho cultural y la enorme posibilidad que ofrece de ganar jóvenes a través del manejo del deporte, la educación y la salud en conjunto. Todos esos chicos querían jugar al fútbol. A veces reflexiono sobre las sociedades sin fines de lucro y pienso que, tal como lo anuncia su denominación jurídica, se han levantado para concretar objetivos de vida generosos. Si los clubes son sociedades sin fines de lucro, ¿quienes son los encargados de legislar y de custodiar esos valores y bienes que son patrimonio de la gente? ¿Es el ministerio de Justicia? No sé. ¿Por qué se llega entonces a estas situaciones de deterioro de las instituciones, de estas componendas entre la política y la dirección de un club, y las presiones de las barras bravas? Entonces uno dice: bueno, el fútbol se les fue de las manos. Del mismo modo que a los ciudadanos se les ha ido de las manos un montón de valores, en el fútbol ocurre lo mismo. La gente cree que el Tango 01 es de la presidenta. Y no es así: es también patrimonio mío y de la gente, como el tango, las plazas y las avenidas. Pero, nos hemos olvidado de eso.
Se perdió el sentido de pertenencia.
La gente cree ahora que el club le pertenece al presidente y éste actúa como si fuese de verdad el dueño de la entidad. Se construyen caudillajes dentro de los clubes y se los va deteriorando de forma asombrosa. Se va uno y deja una deuda de 20 millones, después viene otro y debe 30, y un tercero 40 ó 50 millones y todo ese déficit lleva a un estado de quiebra. En Rosario Central si no se produce la quiebra es porque no hay un juez que se anime a pedirla. ¿Cómo imaginar un magistrado que tenga el coraje de pedirle la quiebra al club? El gobernador, el intendente, todos se tendrían que ir a vivir a Vietnam. Y yo estaría también en primera fila protestando porque Central es un patrimonio cultural no solo de Rosario.
¿Considera igualmente legítima la obtención de puntos con estrategias futbolísticas tan disímiles como las de Caruso o Cappa, por ejemplo?
Si están dentro del reglamento seguro que esas estrategias son igualmente legítimas. A mí lo que no me atrae es el éxito por el éxito mismo. Me molesta el éxito como adjetivo calificativo, de la misma manera que la palabra modernismo como expresión de una estrategia que puede prever todo. Toda acción tiene una estrategia. Y en cada acción siempre hay incertidumbre, porque con la acción adviene el azar, la vida. Uno planifica su mañana con toda minuciosidad y de pronto choca en la esquina de su barrio. Si hablamos de fútbol encontramos dos opciones: se juega bien o se juega mal. Es como en la música: existen orquestas limpias y orquestas sucias, buenos y malos músicos. Los malos venden con frecuencia muchísimos cd o discos y a otros les cuesta una barbaridad que su talento sea reconocido. Un partido de fútbol lo gana cualquiera. Ahora, si alguien me pregunta, digo que me gusta ver a los equipos que juegan bien al fútbol, que a través de la elaboración del juego, de la inteligencia, del ingenio, producen un fenómeno diferente y que además ganan tanto o más que los otros. Y que cuando ganan concretan aquel viejo ideal que sustentábamos nosotros cuando éramos pibes, que decía “ganar golear y gustar”. Hace cincuenta años esa consigna estaba escrita en todos los vestuarios. Cada uno tiene su estilo de vivir y juega al fútbol como quiere. Lo que no soporto es la descalificación de una manera de jugar, atribuyéndole inocencia, poca picardía o falta de viveza a los que la practican. Hay que ser respetuoso y cuidadoso con lo que se dice, porque hay distintas maneras de pensar el fútbol.
¿Qué jugador le arranca una sonrisa verlo jugar aquí o en el mundo?
En el fútbol nacional son muchos. Me arrancan sonrisas, pero me dejan un montón de dudas sobre su crecimiento. Apariciones como la de Buonanotte se podrían comparar con las de Messi, con la diferencia que Messi creció en un lugar donde hay una idea de cómo se juega a esto y se lo protege. Cuando llega a la primera del Barcelona lo ponen y lo rodean, entonces Messi termina siendo uno más en un equipo. A Buonanotte, en cambio, lo meten en la cancha en un partido con Boca y hace una jugada bárbara. Y entonces lo elevan a la condición de rey. Y mañana lo bajan de un piedrazo si no juega bien. Y el pibe está viviendo una confusión tremenda, porque le cuesta entender. Entonces, me da una sonrisa descubrir el surgimiento de Buonanotte y al mismo tiempo tristeza de que no se lo acompañe desde algún otro lugar en el crecimiento.
Hoy se habla mucho de la importancia de la preparación física.
La preparación física, la alimentación, todas esas cosas son muy interesantes y se hacen importantes sólo si se toma como prioridad aprender todos los días a jugar al fútbol. Primero hay que jugar bien al fútbol, segundo hay que aprender a jugar todos los días. El fútbol es un juego colectivo e individual, vertical y horizontal, es acelerado y es lento, es la suma de todos esos factores y no uno. Es un montón de cosas, en cada lugar, en cada tiempo. Y se basa en conceptos claros. En primer lugar, es el espacio que se ocupa; en segundo, es el engaño, que puede ser individual o colectivo. No es una actividad para tratarla con superficialidad. Se les hace creer a los pibes que no juegan bien porque no hicieron pretemporada. Y eso es un insulto a la inteligencia. Porque si se tratara solo de estar físicamente bien preparado, cualquier joven que se agarrara en la calle y se lo entrenara podría jugar bien al fútbol. El fútbol es técnica, inclusive cuando se choca. Ardiles pesaba cuarenta kilos y no perdía nunca una pelota dividida porque no es un problema de fuerza.
¿No es importante la preparación física?
Lo importante en la vida es tener una buena salud y en el caso del fútbol una buena salud deportiva. La preparación física es muy conveniente, pero en la medida en que la mayor importancia se le otorgue a jugar bien. No por subir muchas montañas se va a jugar mejor en la cancha. Esto no quiere decir que no haya que entrenarse. Lo que digo es que no por entrenarse se juega bien. En un mano a mano gana el más hábil, no el más fuerte. Iniesta parece un oficinista, no tiene ni pinta de jugador, y entra a la cancha y es un genio, divide, da pases gol y sorprende una y otra vez. Y tiene un gran ingenio para moverse. Para mí es hoy el mejor jugador del mundo. Tiene un conocimiento que le permite jugar en todos los lugares del campo como se debe jugar.
Hay en estos años muchos técnicos jóvenes en el fútbol argentino e internacional. ¿Cree que le aportan alguna cosa novedosa al fútbol?
Voy a responder contando una anécdota con Adolfo Pedernera. Una vez le pregunté sobre las diferencias entre el fútbol de antes y el de ahora. Él era ya un hombre grande y yo tenía un poco más de cuarenta. A Adolfo le costaba dar explicaciones y no le gustaba hacer esa comparación. Pero, como casi se lo exigí, me dijo: “Bueno, mire Flaco, le voy a decir una cosa: lo único que le puedo responder es que todo lo que veo ya lo vi y lo que veía antes no lo veo más”. Me quedé pensando y le hice repetir la frase varias veces para que me quedara grabada. No hay nada nuevo. Yo hice goles de tiro libre y siempre teníamos jugadas, siempre tratábamos de sacar ventajas. El fútbol, vuelvo a repetirlo, es un juego de ingenio, donde hay que sorprender. Y siempre hubo jugadores ingeniosos y otros que no lo eran, jugadores inteligentes y otros sin inteligencia.
¿Y el entrenador en qué ayuda?
Un buen entrenador ayuda un cien por ciento en el crecimiento del jugador, contribuye a que resuelva más rápido dificultades que sin él le llevarían más tiempo aprenderlas, por la sola experiencia de sumar partidos. Después cada futbolista tiene su techo, pero si voy a la cancha y veo un jugador con ocho defectos y dos virtudes, y al terminar el año compruebo que tiene ocho virtudes y dos defectos, digo: este tipo tiene un buen entrenador. Una vez Cruyff llevó al Barcelona a Baquero, un delantero rápido y vertiginoso, pero muy confuso. Le pregunté por qué y me dijo que le interesaba. A los seis meses, ese jugador era el pivote del dream team al lado de Laudrup, jugando a un toque, llegando de atrás. Se transformó en una figura importantísima. Bueno, ese tipo lo encontró a Cruyff. Hay gente que dice: lo que pasa es que Huracán tiene a De Federico y a Pastore. Con esos jugadores, mi equipo sería otra cosa. Y si los hubieran tenido, pregunto yo, ¿los técnicos los habrían puesto? ¿Jugaría igual Pastore en un equipo como Huracán que en Racing? Antes de llegar Cappa a Huracán, De Federico no jugaba y Pastore entraba diez minutos. ¿Cómo se hace para saber cómo juega un tipo si la pelota la tienen el ochenta por ciento del tiempo los contrarios? ¿Que sé yo cómo juega si agarra tres pelotas en todo el partido? Entonces, cuando hay circulación, hay tenencia, hay elaboración de juego, el futbolista empieza a sentirse bien, crece desde el lugar al que fue destinado para jugar al fútbol.
¿Que técnico le gusta del fútbol argentino, mas allá de Cappa?
Me cayó muy bien, aunque no lo conozco mucho, Zubeldía, el técnico de Lanús. Es un joven serio, concentrado, que juega pensando, sin hacer locuras. Medido en sus opiniones, respetuoso del talento de sus jugadores. Noto que siente cierta complacencia con los buenos jugadores, pero no le falta carácter, se hace respetar y logra una presencia atractiva para un futbolista. Porque el sueño de todo entrenador es que se abran las puertas del vestuario y, después de decir buenas tardes, todos sepan ya como hay que jugar. Eso habla de una trayectoria.
¿Y entre los jugadores?
Ya nombré a Diego Buonanotte hablando de los chiquitos. Pastore juega muy bien. Hay muchos jugadores excelentes. Riquelme es un jugador notable. Boca tiene tres o cuatro pibes que están apareciendo. El asunto es, como dije, la etapa del crecimiento. Condiciones le sobran: son dinámicos, son hábiles, después hay que aprender a jugar y esto no se aprende de un día para el otro.
¿Considera que los técnicos de más de sesenta son viejos para dirigir en el fútbol argentino?
No. Son viejos para jugar, pero para dirigir cuánto más experiencia se tenga mejor. El último campeón de la Eurocopa fue el combinado español dirigido por Luis Aragonés, que tiene 74 años. Hacía rato que el equipo no jugaba así y él fue elegido el mejor entrenador del viejo continente en el 2008. ¿Por qué no va a poder dirigir un entrenador de edad si lo suyo no es correr, sino hablar? Igual que ese cuento de que el técnico tiene que trabajar sin parar. Lo que tiene que hacer es trabajar bien. No es cuestión de hablar pavadas: triple turno, paracaídas, chaleco con pesas, es todo un verso que impone la moda. Después los jugadores van a la cancha y cuando tienen que jugar para la derecha van para la izquierda y cuando tienen que saltar, corren. Eso sí, lo hacen todo rápido, pero mal. Un entrenador es como un profesor, que debe regular su capacidad docente y saber con quién debe emplear más energía, con quien menos. Ahora, otra cosa es la elaboración de un proyecto de salud deportiva de un joven. Si éste es flaquito por ahí le conviene hacer unos trabajos de brazos o de piernas para que tener un físico más robusto o sólido.
¿En qué lugar del ranking de las ligas del mundo coloca a la Argentina?
Creo que el fútbol argentino y el brasilero están pasando por uno de los peores momentos de la historia de sus equipos. Hay varias razones para ello, una es la cantidad de ventas de jugadores. Para mí la mejor liga es la inglesa, después la española. Alemania sigue sin que aparezcan grandes jugadores. Holanda tiene siempre esas medidas y esas convicciones que le conocemos. Italia cada vez juega peor.
Entonces, ¿Argentina no está entre las mejores ligas?
No. Ahora, si nos referimos a la cantidad de jugadores que aparecen, puede ser. Hay jugadores que se fueron y les costó mucho consolidarse en el fútbol europeo, como Gago, Agüero. Son pibes que están ahí y están creciendo, pero figuras destacadas como tuvimos con Maradona, el Passarella de la Florentina, Sívori, Angelillo, aquellas figuras descollantes, no. Los brasileños perdieron a Romario, a Ronaldo, les queda Kaka y Ronaldhino.
¿Si tuviera que elegir a un jugador en la historia como el más destacado?
Pelé. Es cierto que son épocas diferentes. Digo Pelé sobre todo porque me pareció superpoderoso físicamente, pero cada uno en su época fue incomparable. Por eso afirmo que son los únicos reyes con una corona vacante y hay un montón de príncipes que aparecieron después del último rey que fue Diego. Parecía que se la iba a poner Zidane, después Ronaldinho, pero la corona sigue allí sin ocupar. Y ahora suena como candidato Cristiano Ronaldo. En mi opinión, los únicos que llevaron sin ninguna discusión la corona en sus cabezas fueron Alfredo Distéfano, Johan Cruyff, Pelé y Maradona. Son todos unos fenómenos y es difícil saber quien fue el mejor de los cuatro.
¿Qué piensa del modo en que Gallego se dirigió a sus jugadores?
No quiero ser duro en lo que digo, pero me agrada que los problemas se resuelvan dentro de los ámbitos que corresponde. Puede ser en el vestuario, en un mano a mano, detrás de un árbol. Si las diferencias son de la prehistoria en un duelo de ametralladoras, escarbadientes o a trompadas, puede ser en cualquier lugar menos en los medios. ¿Riquelme sería siempre titular en un equipo que usted dirigiera? No sé. Digo que es un jugador de lujo. A lo mejor no es el gran inteligente de un equipo, pero es ingenioso. Tampoco Zidane era muy inteligente para jugar, pero tenía un ingenio que sorprendía, cuando todo parecía estar cerrado él abría una ventanita y ponía ahí la pelota. Un jugador maravilloso.
¿Por qué el fútbol genera hoy tanto chisme?
Es por la desculturización a la que aludí antes. Algunos jugadores parecen a menudo más incorporados al mundo del jet-set que al futbolístico. Es una realidad que sufre no solo este deporte. Es que hay más periodistas deportivos que jugadores. Y con una impunidad para dictar sentencia que produce escalofríos. Algunos hablan de un modo intencionado, porque pertenecen a ciertos medios de poder y tienen relaciones que los hace sentir fuertes, otros por simple ignorancia. Pero algunos entrenadores o futbolistas son cómplices de ese circo, porque estar frente a una persona que dice barbaridades y no reaccionar equivale a un cuasi consentimiento. Si integramos una mesa de médicos que da una conferencia y uno de ellos afirma que la mejor manera de operar las cataratas es con vidrios de botella, no responder o no irse del recinto es avalar lo que sostiene, porque ese hombre se está dirigiendo a un público. En la televisión también se le habla a la gente.
¿Si le propusieran dirigir ahora la selección que actitud tomaría?
Aceptar ir a la selección es ahora muy difícil porque en vez de entrenador se pasa a ser un secretario técnico. Según mi óptica entrenar quiere decir enseñar y para enseñar hay que tener tiempo. Y la selección no tiene tiempo de aprendizaje sobre el equipo. No tiene trabajo de ensayo. Eso si consideramos que el entrenador es la persona que enseña. Existen dos clases de entrenadores: los que entrenan para entrenar y los que entrenan para enseñar. Para mí los que valen son los últimos. Y ese objetivo es en la actualidad de difícil concreción en la selección.
¿Y dirigiría un club de fútbol argentino?
Si, pero depende. Con todo esto que digo me parece imposible que alguien me ofrezca una dirección técnica. Por otra parte no quiero molestar a nadie ni que piensen que parto de verdades absolutas. Al contrario, cuando más se crece más dudas se tienen. Algunas veces pienso que alguien que se ha preparado y estudiado como yo debiera tener un espacio para transmitir lo que sabe. Es un desperdicio que no lo haga. Pero, eso es lo que pienso yo. Pero luego está lo otro: las luchas con el entorno, con el hecho de que los futbolistas crecen desprotegidos ya desde las divisiones inferiores y con las excepciones del caso. Es algo terrible.
¿Le parece bien que Maradona esté al frente de la selección? ¿Y le gustaría aconsejarlo?
No, aconsejarlo no. Tengo una relación muy afectiva con Diego. Debo haber sido el entrenador que más lo tuvo. Trabajó más conmigo que con su club, porque lo tuve desde los quince años hasta que se fue al Barcelona. Por lo tanto me hace feliz, por muchas razones, que esté al frente de la selección. En principio, por su recuperación. Diego es un personaje, es un actor de la vida, desde la política, desde la droga, desde el fútbol. Es un hombre que siempre resucita. Y él está ahora trabajando de entrenador y yo deseo que le vaya muy bien. Hubo otras designaciones que eran mucho menos justificadas que la de Diego y nadie dijo nada. Pero, bueno, Diego es así y cada cosa que hace repercute. Es un personaje atractivo y está bien rodeado. Tiene un amigo muy noble, que lo quiere mucho y lo va a ayudar, Alejandro Mancuso. A Lemme no lo conozco. Y tiene un preparador físico brillante, de lujo, lo mejor que yo conocí en este tema: Fernando Signorini, un estudioso que viaja, lee, se prepara siempre.
¿Si hubiera tenido potestad de designar a Diego, lo hubiera hecho?
Si estuviera en otro lugar, hubiera preferido decirle a Diego: dentro de cuatro años vas a ser entrenador de la selección y, entretanto, lo hubiese mandado a Alemania o a Italia. Pero, eso es una utopía, una estupidez. Hay jugadores que dejaron de serlo y a los diez minutos fueron entrenadores. Y salieron campeones. Yo me inclino más por la preparación, pero ésta es la dinámica del fútbol de hoy. Y creo que detodos los que eran potenciales candidatos ninguno había hecho esto. Por lo tanto, Diego estaba por encima de cualquiera.
¿Cree que Bilardo es una garantía para el rol de Diego o su rol de manager se transforma en una molestia?
No voy a hablar de Bilardo. Me voy a referir a eso de ser manager. No sé que significa esa función en Europa. Acá, esa figura es un invento de los presidentes de los clubes para crear un segundo fusible. El presidente usa al manager para decirle cosas al entrenador y para hacerlo echar si no le gusta. Y si todo sigue mal después lo echa también al manager. Y como tiene una función de armar, de comprar y vender jugadores, sería en definitiva como un secretario privado del presidente del club. En la selección es diferente, desconozco a que función alude. Cuando fui entrenador de la selección tuve un secretario técnico y un empleado administrativo, que era de la AFA y se ocupaba de los hoteles, de los viajes, etc. Pero, en la actualidad no se cuál es la función: si es futbolística, si forma parte del cuerpo técnico. A mi un día me vinieron a contratar de manager y contesté que no, porque de verdad no sabía qué era eso.
¿Qué opina del nombramiento de Mascherano como capitán de la selección?
Primero, quiero decir que es un jugadorazo y un pibe fenómeno. Tiene una gran personalidad y habla poco y cuando lo hace se refiere al fútbol. Me cae realmente muy bien. Creo que terminará en el Barcelona o en el Inter. Le sobra paño para jugar donde quiera. Es un jugador importantísimo para la selección, muy generoso, sobre todo en el esfuerzo. Tiene bien ganada su condición de capitán, la merece por su entrega.
¿Cree que Bielsa le hizo mal o bien al fútbol argentino?
Es un entrenador que jerarquiza la profesión y merece todo mi respeto. Estudia, se prepara, es inteligente, comprometido con sus jugadores y su trabajo. Es serio y no se deja arrastrar a ningún camino que no sea el de su responsabilidad. Después yo puedo tener diferencia de gustos o ideas respecto de algunos aspectos futbolísticos, pero eso no es relevante. Sí lo es que Bielsa como entrenador homenajea a la
profesión. Pienso en otros nombres, en cambio, y siento, cuando me dicen que son mis pares, que quisiera desaparecer del mapa.
¿La selección puede llegar con cierta comodidad al Mundial?
Con comodidad no, pero afinando las teclas del piano se puede clasificar. Todos los partidos de las eliminatorias son complicados. Argentina con Maradona y Messi goleó a Venezuela y gustó. Pero, después vino Bolivia y nos pusimos a divagar. La altura tiene sus inconvenientes, desde luego. Pero, creo que lo que sucedió es que Argentina encontró un equipo que jugó bien. En un momento, nuestro equipo equiparó el juego y Messi erró dos goles que normalmente no los pierde. Y cuando se quiso acordar tenía tres goles en contra. Remontar ese resultado en la altura era muy difícil. Pero lo hubiera sido también en Chile o Brasil. Pensemos en un partido del clásico Boca-River en que cualquiera de los dos está con cuatro goles de diferencia a favor.
¿Alguien cree que los jugadores que pierden quieren remontar el resultado?
Están rogando que termine el partido para irse. Ahora, hay que volver a recuperar la ilusión de ganar y gustar como ocurrió con Venezuela y dejar que lo de Bolivia pase como uno de esos episodios que en el fútbol suelen ocurrir.
¿Cuáles son sus candidatos para el Mundial?
Creo que la Argentina bien armadita y con buen entrenamiento es el único adversario duro, difícil, que podría tener España, que es en este momento la mejor selección europea. Resolviendo algunos problemas de lugares que todavía no se encontraron se puede llegar a dar una pelea de igual a igual.
¿Se arrepiente de algo de lo que hizo en el fútbol, por ejemplo haberse ido a la Sampdoria cuando estaba en Independiente?
No, en eso no, porque no me fui de Independiente, me echaron. Si un equipo está para ser campeón y en junio te venden tres jugadores cuando faltaban cinco partidos, en realidad te están diciendo que te vayas. Vendieron a Matute Morales, Calderón y Acuña. Así le fue después a Independiente, que ese año estaba para ser campeón, era lejos el mejor equipo. No, de lo que a veces puedo arrepentirme es de no haber sido más estratégico en algunas cosas. Mis amigos suelen decirme que debo aparecer más y la verdad es que no tengo ganas. Soy así y punto. Estoy feliz con lo mío, con mi gente. Habré cometido miles de errores, como todos, pero he mantenido una conducta, que realmente resiste cualquier archivo respecto de mis ideas. He sido consecuente con mi pensamiento. Y estoy orgulloso de poder sostenerme tantos años mediáticamente sin haber transado ni haber hecho favores a nadie, manteniendo una línea de conducta. Nunca tuve una buena relación con el periodismo hegemónico, pero cuando estoy en un equipo no pregunto si los que vienen son de El Gráfico o de un diario de Tucumán. No me interesa otra vida que no sea la que he vivido y estoy agradecido a mis amigos de que lo sean. Con ellos tenemos en común que sabemos quienes son los buenos y quienes son los malos. Después, de ahí para adelante, son todas diferencias. No a todos le gusta el fútbol que juego yo ni el que juega Cappa, ni a todos les agrada la misma música o la misma orquesta. Pero, sí sabemos quienes son los buenos y quienes son los malos.
Presentar a César Luis Menotti es casi una descortesía. Uno de los entrenadores más talentosos y preparados de la Argentina, el Flaco, como se lo conoce popularmente, es un hombre con ideas claras sobre el fútbol y la vida. Alguien que sabe bien lo que quiere y lo defiende a capa y espada, pero sin soberbia, admitiendo que hay también otras verdades en el mundo deportivo y otras maneras de mirar este juego extraordinario que es el fútbol, auténtica pasión de multitudes, aunque esta expresión ya suene vieja de tanto usarla. Reacio a las entrevistas periodísticas, Menotti accedió, sin embargo, hace pocos días a mantener una conversación con el periodista Cecilio Flematti sobre distintos aspectos del fútbol en la actualidad. Sus opiniones, se esté de acuerdo con ellas o no, son jugosas e inteligentes y demuestran que hay otras formas de pensar este deporte. Lo que ofrecemos a continuación es una síntesis de las dos horas de duró esa charla.
¿Cuál es hoy su relación con el fútbol?
Amo profundamente al fútbol, creo que desde que comencé a caminar. Eso no significa que mi relación con él no esté influenciada por diferentes estados de ánimo, como puede pasar con los integrantes de una pareja que se ama. Tengo etapas de mucho acercamiento, otras de ternura o de odio, por todas las situaciones que se viven en esa realidad que es el fútbol. Pero sigo queriéndolo mucho, porque ha sido un lugar de expresión importante en mi vida, sobre todo como jugador.
¿Qué estado de ánimo predomina hoy en usted?
Sobre todo desesperanza. El poder en general ha sido muy cruel respecto a lo que significa el fútbol para la sociedad. El Estado jamás se preguntó qué lugar ocupa el fútbol dentro del deporte ni tampoco qué lugar ocupa el deporte dentro de la sociedad nacional. Esto llevó a que el fútbol, como un hecho cultural en la Argentina, pasara a manos de personajes que le devoraron sus tiempos. Se priorizaron los tiempos de los grandes negocios y se destruyeron los del fútbol. Existe una crisis profunda en el fútbol. Todos sabemos que el 90 por ciento de las instituciones han entrado en convocatoria, hay una desprotección en la formación de los jugadores. Se vive de la improvisación y no se tiene conciencia del fútbol como fenómeno, diría incluso del fútbol como producto, como actividad que ha vendido como ningún otro rubro en el mundo. Se cultiva además un estado de locura entre las multitudes, un descontrol que es caldo de cultivo para los grandes negocios. Así y todo, el fútbol se sostiene. Todavía se sostiene porque éste es un país muy generoso en cuanto a la aparición de buenos futbolistas y eso ayuda. Pero se ha mantenido a costa de transformar al fútbol en un espectáculo, que se ha alejado mucho del público. Yo diferencio entre lo que es ser público y lo que es ser espectador. Cuando voy a un museo o a un teatro a ver ballet, soy espectador. Me puede gustar lo que veo pero es difícil que me conecte en el plano emocional. En cambio, si asisto a un recital a escuchar música me considero público. El fútbol se transformó en un espectáculo donde se le niega cada vez más a la gente la posibilidad de emocionarse y de ser feliz. Cada vez es más problemático ir a ver un partido de fútbol.
¿O sea, que hoy estamos más cerca de ser espectadores que público?
Así lo creo. Todos somos conscientes de que la sociedad argentina, por no hablar de la sociedad mundial, ha sufrido un profundo proceso de desculturización. Y cuando hablo de cultura no me refiero a leer a Borges. Hablo de la cultura que permite no perder sentido de pertenencia, saber de dónde somos y qué factores conforman a una sociedad. Esa desculturización no podía dejar de sentirse en el fútbol. Hoy no hay una cultura futbolística, ni siquiera para asegurar el crecimiento del jugador. Este crece en medio de un montón de errores, de dificultades, de falta de maestros. Por eso cuesta tanto. El fútbol como juego hay que saberlo jugar. Se puede ser muy técnico y al mismo tiempo ser muy mal jugador. He conocido futbolistas de una técnica insuperable, pero que eran muy malos jugadores. El fútbol es un juego complejo, que se va aprendiendo, que se va entendiendo. Solamente se hace fácil en los pies de los grandes jugadores. Ahí parece sencillo. El que ve primero, el que juega mejor, el que domina las situaciones, el que tiene ingenio y ese ingenio sorprende. Y esta desculturización nos va haciendo perder imágenes.
¿Era así cuando usted empezó a jugar?
Cuando debuté en la primera de Rosario Central a mi lado estaban dos jugadores que tenían cinco o seis años en primera división y que me decían: “Parate, no te apurés, vení”. Había una protección. Ahora, es distinto, uno ve un pibe que juega unos pocos partidos en River y ya es capitán. Y es imposible no acordarse de Néstor Rossi, el Charro Moreno o Adolfo Pedernera, los grandes capitanes. Esa desculturización genera también la irrupción de un sinfín de análisis hechos desde el desconocimiento. Se confunde lo que es importante con lo interesante y entonces se divaga a toda hora sobre lo que es el espectáculo de fútbol y sobre todo lo que genera como fenómeno cultural codiciado por los altos ratings de televisión. Insisto: hay una devaluación muy grande de los valores.
¿Desde qué lugar le gustaría aportar a un cambio de esta historia, desde su experiencia de jugador, de entrenador o tal vez como manager?
Soy entrenador, no otra cosa. Y primero soy futbolista antes que entrenador. Cuando miro un partido acompaño al jugador, observo como lleva la pelota y me ilusiono con que me sorprenda. Sueño con eso, no con adivinar todo. Lo que sí he deseado alguna vez es que el deporte tenga un ministro y que esté ligado a la salud. Y cuando digo deporte, pienso en la prueba que alguna vez hice en una escuela de deportes de Rosario, en el barrio Belgrano, donde había como 200 o 300 chicos y quise demostrar lo que significa el fútbol como hecho cultural y la enorme posibilidad que ofrece de ganar jóvenes a través del manejo del deporte, la educación y la salud en conjunto. Todos esos chicos querían jugar al fútbol. A veces reflexiono sobre las sociedades sin fines de lucro y pienso que, tal como lo anuncia su denominación jurídica, se han levantado para concretar objetivos de vida generosos. Si los clubes son sociedades sin fines de lucro, ¿quienes son los encargados de legislar y de custodiar esos valores y bienes que son patrimonio de la gente? ¿Es el ministerio de Justicia? No sé. ¿Por qué se llega entonces a estas situaciones de deterioro de las instituciones, de estas componendas entre la política y la dirección de un club, y las presiones de las barras bravas? Entonces uno dice: bueno, el fútbol se les fue de las manos. Del mismo modo que a los ciudadanos se les ha ido de las manos un montón de valores, en el fútbol ocurre lo mismo. La gente cree que el Tango 01 es de la presidenta. Y no es así: es también patrimonio mío y de la gente, como el tango, las plazas y las avenidas. Pero, nos hemos olvidado de eso.
Se perdió el sentido de pertenencia.
La gente cree ahora que el club le pertenece al presidente y éste actúa como si fuese de verdad el dueño de la entidad. Se construyen caudillajes dentro de los clubes y se los va deteriorando de forma asombrosa. Se va uno y deja una deuda de 20 millones, después viene otro y debe 30, y un tercero 40 ó 50 millones y todo ese déficit lleva a un estado de quiebra. En Rosario Central si no se produce la quiebra es porque no hay un juez que se anime a pedirla. ¿Cómo imaginar un magistrado que tenga el coraje de pedirle la quiebra al club? El gobernador, el intendente, todos se tendrían que ir a vivir a Vietnam. Y yo estaría también en primera fila protestando porque Central es un patrimonio cultural no solo de Rosario.
¿Considera igualmente legítima la obtención de puntos con estrategias futbolísticas tan disímiles como las de Caruso o Cappa, por ejemplo?
Si están dentro del reglamento seguro que esas estrategias son igualmente legítimas. A mí lo que no me atrae es el éxito por el éxito mismo. Me molesta el éxito como adjetivo calificativo, de la misma manera que la palabra modernismo como expresión de una estrategia que puede prever todo. Toda acción tiene una estrategia. Y en cada acción siempre hay incertidumbre, porque con la acción adviene el azar, la vida. Uno planifica su mañana con toda minuciosidad y de pronto choca en la esquina de su barrio. Si hablamos de fútbol encontramos dos opciones: se juega bien o se juega mal. Es como en la música: existen orquestas limpias y orquestas sucias, buenos y malos músicos. Los malos venden con frecuencia muchísimos cd o discos y a otros les cuesta una barbaridad que su talento sea reconocido. Un partido de fútbol lo gana cualquiera. Ahora, si alguien me pregunta, digo que me gusta ver a los equipos que juegan bien al fútbol, que a través de la elaboración del juego, de la inteligencia, del ingenio, producen un fenómeno diferente y que además ganan tanto o más que los otros. Y que cuando ganan concretan aquel viejo ideal que sustentábamos nosotros cuando éramos pibes, que decía “ganar golear y gustar”. Hace cincuenta años esa consigna estaba escrita en todos los vestuarios. Cada uno tiene su estilo de vivir y juega al fútbol como quiere. Lo que no soporto es la descalificación de una manera de jugar, atribuyéndole inocencia, poca picardía o falta de viveza a los que la practican. Hay que ser respetuoso y cuidadoso con lo que se dice, porque hay distintas maneras de pensar el fútbol.
¿Qué jugador le arranca una sonrisa verlo jugar aquí o en el mundo?
En el fútbol nacional son muchos. Me arrancan sonrisas, pero me dejan un montón de dudas sobre su crecimiento. Apariciones como la de Buonanotte se podrían comparar con las de Messi, con la diferencia que Messi creció en un lugar donde hay una idea de cómo se juega a esto y se lo protege. Cuando llega a la primera del Barcelona lo ponen y lo rodean, entonces Messi termina siendo uno más en un equipo. A Buonanotte, en cambio, lo meten en la cancha en un partido con Boca y hace una jugada bárbara. Y entonces lo elevan a la condición de rey. Y mañana lo bajan de un piedrazo si no juega bien. Y el pibe está viviendo una confusión tremenda, porque le cuesta entender. Entonces, me da una sonrisa descubrir el surgimiento de Buonanotte y al mismo tiempo tristeza de que no se lo acompañe desde algún otro lugar en el crecimiento.
Hoy se habla mucho de la importancia de la preparación física.
La preparación física, la alimentación, todas esas cosas son muy interesantes y se hacen importantes sólo si se toma como prioridad aprender todos los días a jugar al fútbol. Primero hay que jugar bien al fútbol, segundo hay que aprender a jugar todos los días. El fútbol es un juego colectivo e individual, vertical y horizontal, es acelerado y es lento, es la suma de todos esos factores y no uno. Es un montón de cosas, en cada lugar, en cada tiempo. Y se basa en conceptos claros. En primer lugar, es el espacio que se ocupa; en segundo, es el engaño, que puede ser individual o colectivo. No es una actividad para tratarla con superficialidad. Se les hace creer a los pibes que no juegan bien porque no hicieron pretemporada. Y eso es un insulto a la inteligencia. Porque si se tratara solo de estar físicamente bien preparado, cualquier joven que se agarrara en la calle y se lo entrenara podría jugar bien al fútbol. El fútbol es técnica, inclusive cuando se choca. Ardiles pesaba cuarenta kilos y no perdía nunca una pelota dividida porque no es un problema de fuerza.
¿No es importante la preparación física?
Lo importante en la vida es tener una buena salud y en el caso del fútbol una buena salud deportiva. La preparación física es muy conveniente, pero en la medida en que la mayor importancia se le otorgue a jugar bien. No por subir muchas montañas se va a jugar mejor en la cancha. Esto no quiere decir que no haya que entrenarse. Lo que digo es que no por entrenarse se juega bien. En un mano a mano gana el más hábil, no el más fuerte. Iniesta parece un oficinista, no tiene ni pinta de jugador, y entra a la cancha y es un genio, divide, da pases gol y sorprende una y otra vez. Y tiene un gran ingenio para moverse. Para mí es hoy el mejor jugador del mundo. Tiene un conocimiento que le permite jugar en todos los lugares del campo como se debe jugar.
Hay en estos años muchos técnicos jóvenes en el fútbol argentino e internacional.
¿Cree que le aportan alguna cosa novedosa al fútbol?
Voy a responder contando una anécdota con Adolfo Pedernera. Una vez le pregunté sobre las diferencias entre el fútbol de antes y el de ahora. Él era ya un hombre grande y yo tenía un poco más de cuarenta. A Adolfo le costaba dar explicaciones y no le gustaba hacer esa comparación. Pero, como casi se lo exigí, me dijo: “Bueno, mire Flaco, le voy a decir una cosa: lo único que le puedo responder es que todo lo que veo ya lo vi y lo que veía antes no lo veo más”. Me quedé pensando y le hice repetir la frase varias veces para que me quedara grabada. No hay nada nuevo. Yo hice goles de tiro libre y siempre teníamos jugadas, siempre tratábamos de sacar ventajas. El fútbol, vuelvo a repetirlo, es un juego de ingenio, donde hay que sorprender. Y siempre hubo jugadores ingeniosos y otros que no lo eran, jugadores inteligentes y otros sin inteligencia.
¿Y el entrenador en qué ayuda?
Un buen entrenador ayuda un cien por ciento en el crecimiento del jugador, contribuye a que resuelva más rápido dificultades que sin él le llevarían más tiempo aprenderlas, por la sola experiencia de sumar partidos. Después cada futbolista tiene su techo, pero si voy a la cancha y veo un jugador con ocho defectos y dos virtudes, y al terminar el año compruebo que tiene ocho virtudes y dos defectos, digo: este tipo tiene un buen entrenador. Una vez Cruyff llevó al Barcelona a Baquero, un delantero rápido y vertiginoso, pero muy confuso. Le pregunté por qué y me dijo que le interesaba. A los seis meses, ese jugador era el pivote del dream team al lado de Laudrup, jugando a un toque, llegando de atrás. Se transformó en una figura importantísima. Bueno, ese tipo lo encontró a Cruyff. Hay gente que dice: lo que pasa es que Huracán tiene a De Federico y a Pastore. Con esos jugadores, mi equipo sería otra cosa. Y si los hubieran tenido, pregunto yo, ¿los técnicos los habrían puesto? ¿Jugaría igual Pastore en un equipo como Huracán que en Racing? Antes de llegar Cappa a Huracán, De Federico no jugaba y Pastore entraba diez minutos. ¿Cómo se hace para saber cómo juega un tipo si la pelota la tienen el ochenta por ciento del tiempo los contrarios? ¿Que sé yo cómo juega si agarra tres pelotas en todo el partido? Entonces, cuando hay circulación, hay tenencia, hay elaboración de juego, el futbolista empieza a sentirse bien, crece desde el lugar al que fue destinado para jugar al fútbol.
¿Que técnico le gusta del fútbol argentino, mas allá de Cappa?
Me cayó muy bien, aunque no lo conozco mucho, Zubeldía, el técnico de Lanús. Es un joven serio, concentrado, que juega pensando, sin hacer locuras. Medido en sus opiniones, respetuoso del talento de sus jugadores. Noto que siente cierta complacencia con los buenos jugadores, pero no le falta carácter, se hace respetar y logra una presencia atractiva para un futbolista. Porque el sueño de todo entrenador es que se abran las puertas del vestuario y, después de decir buenas tardes, todos sepan ya como hay que jugar. Eso habla de una trayectoria.
¿Y entre los jugadores?
Ya nombré a Diego Buonanotte hablando de los chiquitos. Pastore juega muy bien. Hay muchos jugadores excelentes. Riquelme es un jugador notable. Boca tiene tres o cuatro pibes que están apareciendo. El asunto es, como dije, la etapa del crecimiento. Condiciones le sobran: son dinámicos, son hábiles, después hay que aprender a jugar y esto no se aprende de un día para el otro.
¿Considera que los técnicos de más de sesenta son viejos para dirigir en el fútbol argentino?
No. Son viejos para jugar, pero para dirigir cuánto más experiencia se tenga mejor. El último campeón de la Eurocopa fue el combinado español dirigido por Luis Aragonés, que tiene 74 años. Hacía rato que el equipo no jugaba así y él fue elegido el mejor entrenador del viejo continente en el 2008. ¿Por qué no va a poder dirigir un entrenador de edad si lo suyo no es correr, sino hablar? Igual que ese cuento de que el técnico tiene que trabajar sin parar. Lo que tiene que hacer es trabajar bien. No es cuestión de hablar pavadas: triple turno, paracaídas, chaleco con pesas, es todo un verso que impone la moda. Después los jugadores van a la cancha y cuando tienen que jugar para la derecha van para la izquierda y cuando tienen que saltar, corren. Eso sí, lo hacen todo rápido, pero mal. Un entrenador es como un profesor, que debe regular su capacidad docente y saber con quién debe emplear más energía, con quien menos. Ahora, otra cosa es la elaboración de un proyecto de salud deportiva de un joven. Si éste es flaquito por ahí le conviene hacer unos trabajos de brazos o de piernas para que tener un físico más robusto o sólido.
¿En qué lugar del ranking de las ligas del mundo coloca a la Argentina?
Creo que el fútbol argentino y el brasilero están pasando por uno de los peores momentos de la historia de sus equipos. Hay varias razones para ello, una es la cantidad de ventas de jugadores. Para mí la mejor liga es la inglesa, después la española. Alemania sigue sin que aparezcan grandes jugadores. Holanda tiene siempre esas medidas y esas convicciones que le conocemos. Italia cada vez juega peor.
Entonces, ¿Argentina no está entre las mejores ligas?
No. Ahora, si nos referimos a la cantidad de jugadores que aparecen, puede ser. Hay jugadores que se fueron y les costó mucho consolidarse en el fútbol europeo, como Gago, Agüero. Son pibes que están ahí y están creciendo, pero figuras destacadas como tuvimos con Maradona, el Passarella de la Florentina, Sívori, Angelillo, aquellas figuras descollantes, no. Los brasileños perdieron a Romario, a Ronaldo, les queda Kaka y Ronaldhino.
¿Si tuviera que elegir a un jugador en la historia como el más destacado?
Pelé. Es cierto que son épocas diferentes. Digo Pelé sobre todo porque me pareció superpoderoso físicamente, pero cada uno en su época fue incomparable. Por eso afirmo que son los únicos reyes con una corona vacante y hay un montón de príncipes que aparecieron después del último rey que fue Diego. Parecía que se la iba a poner Zidane, después Ronaldinho, pero la corona sigue allí sin ocupar. Y ahora suena como candidato Cristiano Ronaldo. En mi opinión, los únicos que llevaron sin ninguna discusión la corona en sus cabezas fueron Alfredo Distéfano, Johan Cruyff, Pelé y Maradona. Son todos unos fenómenos y es difícil saber quien fue el mejor de los cuatro.
¿Qué piensa del modo en que Gallego se dirigió a sus jugadores?
No quiero ser duro en lo que digo, pero me agrada que los problemas se resuelvan dentro de los ámbitos que corresponde. Puede ser en el vestuario, en un mano a mano, detrás de un árbol. Si las diferencias son de la prehistoria en un duelo de ametralladoras, escarbadientes o a trompadas, puede ser en cualquier lugar menos en los medios. ¿Riquelme sería siempre titular en un equipo que usted dirigiera? No sé. Digo que es un jugador de lujo. A lo mejor no es el gran inteligente de un equipo, pero es ingenioso. Tampoco Zidane era muy inteligente para jugar, pero tenía un ingenio que sorprendía, cuando todo parecía estar cerrado él abría una ventanita y ponía ahí la pelota. Un jugador maravilloso.
¿Por qué el fútbol genera hoy tanto chisme?
Es por la desculturización a la que aludí antes. Algunos jugadores parecen a menudo más incorporados al mundo del jet-set que al futbolístico. Es una realidad que sufre no solo este deporte. Es que hay más periodistas deportivos que jugadores. Y con una impunidad para dictar sentencia que produce escalofríos. Algunos hablan de un modo intencionado, porque pertenecen a ciertos medios de poder y tienen relaciones que los hace sentir fuertes, otros por simple ignorancia. Pero algunos entrenadores o futbolistas son cómplices de ese circo, porque estar frente a una persona que dice barbaridades y no reaccionar equivale a un cuasi consentimiento. Si integramos una mesa de médicos que da una conferencia y uno de ellos afirma que la mejor manera de operar las cataratas es con vidrios de botella, no responder o no irse del recinto es avalar lo que sostiene, porque ese hombre se está dirigiendo a un público. En la televisión también se le habla a la gente.
¿Si le propusieran dirigir ahora la selección que actitud tomaría?
Aceptar ir a la selección es ahora muy difícil porque en vez de entrenador se pasa a ser un secretario técnico. Según mi óptica entrenar quiere decir enseñar y para enseñar hay que tener tiempo. Y la selección no tiene tiempo de aprendizaje sobre el equipo. No tiene trabajo de ensayo. Eso si consideramos que el entrenador es la persona que enseña. Existen dos clases de entrenadores: los que entrenan para entrenar y los que entrenan para enseñar. Para mí los que valen son los últimos. Y ese objetivo es en la actualidad de difícil concreción en la selección.
¿Y dirigiría un club de fútbol argentino?
Si, pero depende. Con todo esto que digo me parece imposible que alguien me ofrezca una dirección técnica. Por otra parte no quiero molestar a nadie ni que piensen que parto de verdades absolutas. Al contrario, cuando más se crece más dudas se tienen. Algunas veces pienso que alguien que se ha preparado y estudiado como yo debiera tener un espacio para transmitir lo que sabe. Es un desperdicio que no lo haga. Pero, eso es lo que pienso yo. Pero luego está lo otro: las luchas con el entorno, con el hecho de que los futbolistas crecen desprotegidos ya desde las divisiones inferiores y con las excepciones del caso. Es algo terrible.
¿Le parece bien que Maradona esté al frente de la selección? ¿Y le gustaría aconsejarlo?
No, aconsejarlo no. Tengo una relación muy afectiva con Diego. Debo haber sido el entrenador que más lo tuvo. Trabajó más conmigo que con su club, porque lo tuve desde los quince años hasta que se fue al Barcelona. Por lo tanto me hace feliz, por muchas razones, que esté al frente de la selección. En principio, por su recuperación. Diego es un personaje, es un actor de la vida, desde la política, desde la droga, desde el fútbol. Es un hombre que siempre resucita. Y él está ahora trabajando de entrenador y yo deseo que le vaya muy bien. Hubo otras designaciones que eran mucho menos justificadas que la de Diego y nadie dijo nada. Pero, bueno, Diego es así y cada cosa que hace repercute. Es un personaje atractivo y está bien rodeado. Tiene un amigo muy noble, que lo quiere mucho y lo va a ayudar, Alejandro Mancuso. A Lemme no lo conozco. Y tiene un preparador físico brillante, de lujo, lo mejor que yo conocí en este tema: Fernando Signorini, un estudioso que viaja, lee, se prepara siempre.
¿Si hubiera tenido potestad de designar a Diego, lo hubiera hecho?
Si estuviera en otro lugar, hubiera preferido decirle a Diego: dentro de cuatro años vas a ser entrenador de la selección y, entretanto, lo hubiese mandado a Alemania o a Italia. Pero, eso es una utopía, una estupidez. Hay jugadores que dejaron de serlo y a los diez minutos fueron entrenadores. Y salieron campeones. Yo me inclino más por la preparación, pero ésta es la dinámica del fútbol de hoy. Y creo que detodos los que eran potenciales candidatos ninguno había hecho esto. Por lo tanto, Diego estaba por encima de cualquiera.
¿Cree que Bilardo es una garantía para el rol de Diego o su rol de manager se transforma en una molestia?
No voy a hablar de Bilardo. Me voy a referir a eso de ser manager. No sé que significa esa función en Europa. Acá, esa figura es un invento de los presidentes de los clubes para crear un segundo fusible. El presidente usa al manager para decirle cosas al entrenador y para hacerlo echar si no le gusta. Y si todo sigue mal después lo echa también al manager. Y como tiene una función de armar, de comprar y vender jugadores, sería en definitiva como un secretario privado del presidente del club. En la selección es diferente, desconozco a que función alude. Cuando fui entrenador de la selección tuve un secretario técnico y un empleado administrativo, que era de la AFA y se ocupaba de los hoteles, de los viajes, etc. Pero, en la actualidad no se cuál es la función: si es futbolística, si forma parte del cuerpo técnico. A mi un día me vinieron a contratar de manager y contesté que no, porque de verdad no sabía qué era eso.
¿Qué opina del nombramiento de Mascherano como capitán de la selección?
Primero, quiero decir que es un jugadorazo y un pibe fenómeno. Tiene una gran personalidad y habla poco y cuando lo hace se refiere al fútbol. Me cae realmente muy bien. Creo que terminará en el Barcelona o en el Inter. Le sobra paño para jugar donde quiera. Es un jugador importantísimo para la selección, muy generoso, sobre todo en el esfuerzo. Tiene bien ganada su condición de capitán, la merece por su entrega.
¿Cree que Bielsa le hizo mal o bien al fútbol argentino?
Es un entrenador que jerarquiza la profesión y merece todo mi respeto. Estudia, se prepara, es inteligente, comprometido con sus jugadores y su trabajo. Es serio y no se deja arrastrar a ningún camino que no sea el de su responsabilidad. Después yo puedo tener diferencia de gustos o ideas respecto de algunos aspectos futbolísticos, pero eso no es relevante. Sí lo es que Bielsa como entrenador homenajea a la profesión. Pienso en otros nombres, en cambio, y siento, cuando me dicen que son mis pares, que quisiera desaparecer del mapa.
¿La selección puede llegar con cierta comodidad al Mundial?
Con comodidad no, pero afinando las teclas del piano se puede clasificar. Todos los partidos de las eliminatorias son complicados. Argentina con Maradona y Messi goleó a Venezuela y gustó. Pero, después vino Bolivia y nos pusimos a divagar. La altura tiene sus inconvenientes, desde luego. Pero, creo que lo que sucedió es que Argentina encontró un equipo que jugó bien. En un momento, nuestro equipo equiparó el juego y Messi erró dos goles que normalmente no los pierde. Y cuando se quiso acordar tenía tres goles en contra. Remontar ese resultado en la altura era muy difícil. Pero lo hubiera sido también en Chile o Brasil. Pensemos en un partido del clásico Boca-River en que cualquiera de los dos está con cuatro goles de diferencia a favor.
¿Alguien cree que los jugadores que pierden quieren remontar el resultado?
Están rogando que termine el partido para irse. Ahora, hay que volver a recuperar la ilusión de ganar y gustar como ocurrió con Venezuela y dejar que lo de Bolivia pase como uno de esos episodios que en el fútbol suelen ocurrir.
¿Cuáles son sus candidatos para el Mundial?
Creo que la Argentina bien armadita y con buen entrenamiento es el único adversario duro, difícil, que podría tener España, que es en este momento la mejor selección europea. Resolviendo algunos problemas de lugares que todavía no se encontraron se puede llegar a dar una pelea de igual a igual.
¿Se arrepiente de algo de lo que hizo en el fútbol, por ejemplo haberse ido a la Sampdoria cuando estaba en Independiente?
No, en eso no, porque no me fui de Independiente, me echaron. Si un equipo está para ser campeón y en junio te venden tres jugadores cuando faltaban cinco partidos, en realidad te están diciendo que te vayas. Vendieron a Matute Morales, Calderón y Acuña. Así le fue después a Independiente, que ese año estaba para ser campeón, era lejos el mejor equipo. No, de lo que a veces puedo arrepentirme es de no haber sido más estratégico en algunas cosas. Mis amigos suelen decirme que debo aparecer más y la verdad es que no tengo ganas. Soy así y punto. Estoy feliz con lo mío, con mi gente. Habré cometido miles de errores, como todos, pero he mantenido una conducta, que realmente resiste cualquier archivo respecto de mis ideas. He sido consecuente con mi pensamiento. Y estoy orgulloso de poder sostenerme tantos años mediáticamente sin haber transado ni haber hecho favores a nadie, manteniendo una línea de conducta. Nunca tuve una buena relación con el periodismo hegemónico, pero cuando estoy en un equipo no pregunto si los que vienen son de El Gráfico o de un diario de Tucumán. No me interesa otra vida que no sea la que he vivido y estoy agradecido a mis amigos de que lo sean. Con ellos tenemos en común que sabemos quienes son los buenos y quienes son los malos. Después, de ahí para adelante, son todas diferencias. No a todos le gusta el fútbol que juego yo ni el que juega Cappa, ni a todos les agrada la misma música o la misma orquesta. Pero, sí sabemos quienes son los buenos y quienes son los malos.
Fuente: Cabal.com.ar

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